3 de diciembre de 1984
Sin un vocativo
no puedo escribirte.
Veo a lo lejos
la sombra de la alta montaña,
que cubre el huerto y la patria.
Los límites de ayer
hoy rebasan las fronteras.
Y desde las enormes distancias
que las brújulas señalan,
te vemos en la cima
del Ande impoluto.
Sostienes la bandera roja.
Tu diestra traza el futuro.
Bajo tus férreos pies
arde la inmensa pradera.
Y tú, a America
impones el camino cierto.
Es necesario
decir tu nombre,
aunque ya está escrito en el orbe entero.
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